En el verano de 1944 los ejércitos aliados habían logrado al fin vencer la resistencia alemana en Normandía y comenzaban a avanzar a través de Francia en dirección a Alemania. Fue entonces cuando los estadounidenses decidieron enviar una pequeña misión científica a Europa con el objetivo de averiguar hasta dónde habían llegado las investigaciones atómicas alemanas. Era una operación de inteligencia ideada por el coronel James Marshall, encargado del desarrollo industrial del proyecto atómico estadounidense, y dependiente del general Leslie Groves, responsable militar del Proyecto Manhattan. Por tanto era un plan enmarcado dentro del propio Proyecto Manhattan. La misión recibió el nombre en clave de Operación Alsos (nombre que provocó cierta intranquilidad en el general Groves, ya que alsos significa "arboleda" en griego, igual que grove en inglés).
El responsable científico de la misión era Samuel, A. Gouldsmit, uno de los pocos físicos atómicos de primer nivel que no habían trabajado en el Proyecto Manhattan (era una condición importante para participar en Alsos, ya que si alguno de los científicos caía prisionero de los alemanes no podría revelar nada del proyecto atómico estadounidense). Los padres de Gouldsmit, judío holandés de nacimiento, habían muerto en los campos de concentración nazis. Como responsable militar se eligió al teniente coronel Boris Pash, antiguo oficial de seguridad del Proyecto Manhattan. Los militares tenían que tener alguna noción de qué era lo que estaban buscando, y habría resultado difícil encontrar a militares que hubiesen oído hablar de átomos fuera del proyecto atómico. Por eso, al contrario que con los científicos, sí se permitió en Alsos a militares que hubiesen participado en el Proyecto Manhattan.
Los hombres de Alsos seguían de cerca a las tropas aliadas en su avance, e inmediatamente después de la ocupación de alguna localidad con centros de investigación conocidos aparecían ellos para recabar toda la información posible en universidades y laboratorios. Así hicieron tras la liberación de París y Bruselas, sin encontrar nada significativo sobre investigaciones atómicas. Fue después de la conquista de Estrasburgo, en noviembre de 1944, cuando encontraron lo que buscaban. En su universidad encontraron documentos de Carl Friedrich von Weizsäcker, uno de los principales físicos atómicos alemanes, por los que se podía deducir que los alemanes se encontraban todavía en la fase de estudios teóricos y que no estaban dedicando demasiados recursos a la investigación atómica.
Mientras tanto los científicos alemanes seguían con sus investigaciones. Ajenos al nivel al que habían llegado los aliados, y convencidos de que ellos eran los más avanzados del mundo en investigación atómica (lo eran cuando comenzó la guerra) continuaron con su trabajo hasta el último momento con la idea de que a pesar de la inevitable derrota estaban contribuyendo a que la ciencia alemana siguiese a la cabeza en el futuro.
El grupo principal de investigación era el dirigido por Walter Gerlach en el Instituto de Física Kaiser Guillermo de Berlín. En él destacaban Werner Heisenberg, el físico alemán más importante de su tiempo, y su colaborador Karl Wirtz. Experimentando con uranio y varios tipos de moderadores trataban de conseguir una reacción en cadena. En 1944, para resguardarse de los continuos bombardeos aliados, se trasladaron con todo su equipo a un bunker a prueba de bombas construido expresamente para ellos. A finales de enero de 1945 la cercanía de las tropas soviéticas les obligó a abandonar Berlín. Cargaron en camiones todo el material que pudieron salvar y se trasladaron a Haigerloch, una pequeña localidad al sur de Stutgartt. Allí, ocultos en una bodega, continuaron los trabajos hasta el fin de la guerra. En sus últimas pruebas con su reactor experimental estuvieron a punto de lograr una reacción en cadena.
Otro grupo, financiado por el Heer, estaba dirigido por un físico llamado Kurt Diebner en la ciudad de Stadtilm, en el centro de Alemania. Diebner había sido el director del Instituto Kaiser Guillermo cuando al principio de la guerra se trató de unificar allí los distintos equipos de investigación. Eso supuso la llegada a Berlín del grupo de la Universidad de Leipzig encabezado por Heisenberg. A medida que Heisenberg iba ganando protagonismo Diebner se iba quedando apartado, hasta que finalmente abandonó el Instituto para iniciar su propio proyecto con el apoyo del Ejército. No había prácticamente ninguna colaboración entre ambos grupos de investigación. De hecho, la primera intención de Gerlach al abandonar Berlín había sido dirigirse a Stadtilm para unirse con Diebner, pero este se opuso.
Y es que la dispersión de recursos fue algo típico de la Alemania nazi. Llegó a haber otro equipo de investigación atómica dirigido por el barón Manfred von Ardenne que trabajaba bajo los auspicios del Reichspost (es decir... ide Correos!). Von Ardenne pretendía conseguir una bomba de uranio gracias a un sistema de separación de isótopos por electromagnetismo, pero el único apoyo oficial que encontró fue el del ministro de Comunicaciones. Al final de la guerra su trabajo debió de parecer interesante a los soviéticos, tanto que le ficharon para continuar sus investigaciones en la URSS. En las historias conspiranoicas que se pueden encontrar sobre la bomba atómica nazi Von Ardenne es el gran protagonista. No sólo le dio la bomba a Hitler, sino que sus secretos, convenientemente metidos en un submarino, fueron a parar a manos estadounidenses, y gracias a él encontraron la solución para el mecanismo de implosión de la bomba de plutonio. Además, por supuesto, también les hizo la bomba a los rusos. Le dejan suelto un poco más y hoy tendría armamento nuclear hasta la República de San Marino.
Los hombres de Alsos consiguieron averiguar dónde se ocultaban las instalaciones atómicas alemanas, pero se encontraron con un problema: Haigerloch estaba dentro de la zona de ocupación asignada a los franceses, y el mejor físico atómico francés, Frédéric Joliot (el yerno de los Curie), era abiertamente comunista. Por eso los estadounidenses decidieron que no se podían arriesgar a esperar la colaboración desinteresada de sus aliados franceses, no fuese a ser que decidiesen compartir los secretos de Haigerloch con los rusos en lugar de con ellos. Así que a finales de abril de 1945 una unidad especial estadounidense se adelantó a las tropas francesas y se coló en la pequeña ciudad, cargó todo el material que pudieron transportar (incluyendo el uranio) y capturó a Wirtz, Weizsäcker, Otto Hahn (el descubridor de la fisión nuclear) y otros científicos que se encontraban todavía en Haigerloch. Unos días después Diebner, Gerlach y Heisenberg fueron detenidos en Baviera.
El teniente coronel Boris Pash (derecha) y otros hombres de la Operación Alsos en Hechingen, abril de 1945:
Cuando Heisenberg se encontró con Gouldsmit se ofreció inmediatamente a colaborar con los estadounidenses: “Si los colegas norteamericanos desean aprender sobre el problema del uranio, gustosamente les mostraré los resultados de nuestras investigaciones si vienen a mi laboratorio”. No todos los alemanes respondieron de la misma manera. En Heidelberg, Gouldsmit encontró a Walther Bothe, que además de ser un prestigioso físico era un viejo amigo suyo. Ambos estuvieron comentando los avances que habían tenido aquellos años en sus investigaciones sobre física pura, pero cuando Gouldsmit preguntó a Bothe sobre sus trabajos en armamento éste afirmó haber quemado todo lo referente a ellos. A Gouldsmit al principio le costaba creer que un científico hubiese destrozado voluntariamente su trabajo de años, pero la investigación posterior demostró que era cierto. Bothe había perdido su cátedra en el Instituto de Física de Heidelberg en favor de un físico llamado Wesch, que no era especialmente brillante pero era nazi. Wesch se presentó a Gouldsmit ofreciéndole toda su colaboración, aunque en realidad no tenía mucho que ofrecer. En cambio Bothe, condenado al ostracismo por el régimen nazi, se negó a ayudar a los aliados por lealtad a su país.
El equipo de Alsos consiguió visitar también el bunker de Berlín, ocupado ya por los rusos. Lo encontraron totalmente vacío. Lo poco que habían dejado los alemanes cuando lo evacuaron estaba ya camino de la URSS. Gouldsmit se quedó impresionado por las instalaciones, pero aunque daban muestras de una gran profesionalidad, tampoco había allí nada que indicase que los alemanes hubiesen ido más allá de los experimentos académicos.
Los diez científicos atómicos alemanes que los aliados consideraban más destacados fueron trasladados a Inglaterra e internados en Farm Hall, una casa de campo cerca de Cambridge. Eran los mencionados Heisenberg, Wirtz, Weizsäcker, Hahn, Diebner y Gerlach, además de otros dos físicos del equipo de Heisenberg llamados Horst Korsching y Erich Bagge, el Premio Nobel de Física Max von Laue y el químico Paul Harteck. Alguno de los elegidos no tenía muchas razones para estar allí. Por ejemplo Otto Hahn, que había descubierto la fisión nuclear en 1938, pero durante la guerra se había mantenido al margen de la investigación atómica. O también Max von Laue, que tenía un enorme prestigio (había ganado el Premio Nobel en 1914), pero llevaba años prácticamente retirado. Ambos eran además fervientes antinazis. Los físicos aliados simulaban estar deseosos por conocer los resultados de las investigaciones alemanas. El secreto del Proyecto Manhattan les impedía revelar a sus "colegas enemigos" hasta qué punto los aliados habían superado sus trabajos, pero daban la impresión de tener mucho interés en lo que los alemanes contaban en los interrogatorios. Para asegurarse de que no estaban ocultando nada, en Farm Hall se habían instalado micrófonos ocultos con los que se grababan las conversaciones que mantenían los científicos alemanes entre ellos. No se conservan las grabaciones que se hicieron, tan sólo las traducciones al inglés de las transcripciones. Por ellas se puede deducir que los físicos alemanes, aunque conocían la posibilidad de construir armas atómicas, creian que la ciencia todavía estaba muy lejos poder hacerlo. Eso quedó demostrado sobre todo por su reacción cuando conocieron el bombardeo atómico de Hiroshima, el 6 de agosto de 1945.
A las 6 de la tarde de ese día el oficial a cargo de Farm Hall, el comandante Rittner, llamó a Otto Hahn a su despacho y le contó que acababa de escuchar en la radio un boletín en el que se informaba de que los estadounidenses habían lanzado una bomba atómica en Japón. Hahn no se lo creyó. Supuso que los periodistas habían mezclado los términos y que "bomba atómica" podía referirse a cualquier otra cosa. Rittner le aseguraba que la noticia era un comunicado oficial, no una elucubración periodística. A la hora de la cena el resto de científicos alemanes conocieron la noticia, y al principio fueron tan escépticos como Hahn. Pero cuando en boletines posteriores se fueron dando más datos, mencionando el uranio o dando detalles de la magnitud del programa atómico estadounidense, tuvieron que acabar creyéndolo. Fue una enorme sorpresa para ellos. Estaban convencidos de que aún serían necesarios muchos años de trabajos para conseguir un arma nuclear.
El 15 de noviembre de 1945 la Academia Sueca de Ciencias anunció que concedía el Premio Nobel de Química de 1944 a Otto Hahn, que continuaba internado en Farm Hall. Hahn se enteró por la prensa. Como su paradero era secreto los suecos no pudieron ponerse en contacto con él para comunicárselo. Sus guardianes le permitieron escribir un telegrama a la Academia de Ciencias agradeciendoles el premio y lamentando no poder acudir a la ceremonia de entrega.
A comienzos de enero de 1946 los diez científicos fueron puestos en libertad. La mayoría de ellos regresaron a Alemania.
Fuentes:
Alwyn McKay: La construcción de la era atómica
http://en.wikipedia.org/wiki/Operation_Alsos
http://en.wikipedia.org/wiki/Operation_Epsilon
http://en.wikipedia.org/wiki/Otto_Hahn
http://naziscienceliveson.devhub.com/operation-paperclip
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